Hacer el ejercicio de abrir tu refrigerador y despensa puede hablar muchísimo sobre tu rutina con la comida. ¿Qué encuentras ahí? ¿Vegetales que necesitan ser lavados, pelados, rebanados y aliñados para la cena? ¿O comida empaquetada lista para freír? Y seamos honestas, todas entendemos cuál opción es más saludable que la otra, pero nuestra cultura de “siempre estar ocupadas” nos mueve a la hora de elegir qué comemos. Si quieres empezar un camino saludable con la comida y tu cuerpo ¡sigue leyendo!
Según la doctora y neurocientífica Caroline Leaf, la predisposición de elegir la comida rápida por sobre la que requiere preparación, está estimulada por un tremendo protagonista de la cultura postmoderna: la falta de tiempo. “Estoy demasiado ocupada como para cocinar algo que requiere de preparación” “Elegiré freír esto empaquetado porque quiero más tiempo libre”, pero lo que no vemos es que las decisiones sobre qué comemos tiene un impacto diario y a largo plazo en las funciones de un cuerpo que nos acompañarán por el resto de nuestra vida.
Es así, como la doctora Leaf nos encara con la siguiente pregunta: ¿Para qué necesitas más tiempo? Y, admitámoslo, todas tenemos agendas y rutinas estresantes, pero ¿qué te tiene tan ocupada como para poder cocinar y nutrir tu cuerpo? Es fácil convertirnos en gente que nutricionalmente se muere de hambre, aun cuando piensa que tiene abundante comida.
Desarrollar una relación positiva, nutritiva y real con la comida que mueve a tu cuerpo es esencial para una salud mental y corporal positiva.
Pero ¿por dónde se empieza? Por lo que llevas a tu despensa. Memoriza y practica estos criterios para diferenciar la comida real, de otras que no aportan:
- Desarrolla un nuevo pensamiento frente a la comida que nutre.
 
Nuestros cerebros y cuerpos funcionan bien cuando comemos “comida real”, ya que están llenos de los nutrientes esenciales que necesitamos para mantener los procesos biológicos día a día. La comida nos permite pensar y movernos bien.
- La comida real es comida no-procesada. Elige platos donde todo lo que esté relacionado al proceso de freír, hornear o preservar sea hecho directamente en tu cocina.
 - Idealmente tu comida debe ser de origen local. Así evitas que haya sido expuesta a químicos que permiten alargar su vida y hacerla ver bonita en los súper mercados.
 - ¿No eres amiga de la tabla nutricional? Bueno es tiempo de comenzar a leerla. La “comida real” tiene pocos ingredientes (por no decir menos de 4) la mayor parte del tiempo. Así que comienza a leer mejor la tabla nutricional para saber qué comes.
 
Fácilmente, nuestras cocinas están llenas de calorías vacías que no le dan a nuestro cuerpo y cerebro los nutrientes necesarios. Muchos de nosotros ya estamos sufriendo sus consecuencias, tanto física como mentalmente. ¿Qué esperamos para cambiar lo que compramos y comemos?